Testimonio de un afectada recuperada de TOC de Homosexualidad con terapia vía online desde Puerto Rico
Por muchos años pensé que algo andaba mal en mí, que había perdido una parte de mí. Sentía que mi esencia había sido hurtada sin previo aviso. Aquí, cito una frase de Julio Cortázar que me abrazaba y a veces me golpeaba “Es raro cómo se puede perder la inocencia de golpe, sin saber siquiera que se ha entrado en otra vida”. Llevé conmigo el TOC por 15 años, llegó sin autorización y se instaló. A pesar de sobrevivir por todo ese tiempo en mí una voz siempre susurraba te mereces algo más, no tienes porqué vivir así, hay tratamiento. En mi país agoté todos los recursos y ninguno funcionó. En el 2021 descubrí el canal de Alejandro Ibarra e inmediatamente sentí que esa voz que me susurraba tenía toda la razón, me merecía mucho más, calidad de vida. Dios me puso en el camino a un ángel llamado Mariela Belgrave que por una año y ocho meses me llevó de la mano en este proceso tan duro, difícil, agotador, caótico y dudoso. Una mujer con mucho carácter, decidida, firme y persistente quien no se dio por vencida conmigo. Me costó mucho al principio porque yo solo quería hablar en las sesiones y ella me decía “A hacer EPR concéntrate”. Pensaba que me estaba invalidando, yo no quería hacer EPR, era incómodo, doloroso, desagradable. Me daba mucho dolor de cabeza y repugnancia. Hasta que un día entendí que nunca me invalidó, me estaba entrenando, enseñando otro tipo de terapia que para mí era muy difícil. Recuerdo que me dijo “Cada vez qué haces EPR le quitas fuerza al Toc, es un peldaño más para ti y uno menos para él. Esto es progresivo, es poco a poco” me comentaba con toda la paciencia y profesionalismo. Fui muy terca y quería el alta en muy poco tiempo, muy cabeza dura. A pesar de mi terquedad Mariela no me soltó y más fuerte me sostuvo. Poco a poco fui percibiendo cambios maravillosos para mí aunque para otros fuera algo banal. El yo poder despertar en las mañanas sin una bomba de pensamientos intrusivos fue una experiencia que me confirmaba que iba por el camino correcto. Desde mis 11 años yo no había experimentado eso, mis mañanas siempre fueron caóticas e incómodas. Recuperé el poder leer con concentración, comprensión y tranquilidad. También recuperé la retentiva que había sido grandemente afectada. Al tiempo podía hacer otras actividades como caminar, mirar a las personas, comerme un helado, ir al centro comercial y comprarme algo que deseaba, este tipo de cosas eran imposibles antes por el nivel de obsesión que tenía. El tiempo con mi familia que antes no podía tener lo he recuperado, poco a poco. El ir incorporándome al mundo es un reto que conforme el tiempo he ido experimentando con mucha fuerza mental, no ha sido nada fácil porque está presente la incertidumbre pero es parte del sentir. Me siento muy orgullosa de mí, me valido y me abrazó muy fuerte. Como siempre me dijo Mariela “Vamos a experimentar todo tipo de emociones, es válido tener miedo, es válido llorar, sentirnos triste”. Y lo entendí.
Aprendí que las cosas más grandes e importantes en la vida son las más simples y cotidianas. Hoy, he recibido el alta y me siento muy orgullosa de mí y agradecida con Alejandro que siempre estuvo apoyándome para que esto sucediera. Cierro un capítulo muy doloroso en mi vida y al mismo tiempo lleno de aprendizaje y una fuerza mental increíble. La vida me está esperando, ya no soy la misma de antes y agradezco a Dios y nuevamente a Alejando y a Mariela porque me salvaron la vida, estaba en un agujero muy profundo y hoy puedo decir con lágrimas en mis ojos que lo logré. Mi niña interior siempre lo supo, era ella quien por todo este tiempo me hablaba, esa voz en mi interior.
Una vez más agradezco el equipo de profesionales que son y por la labor tan avanzada de tratamiento que tienen para este trastorno tan poco estudiado, visibilizado y comprendido en mi país. Estoy llena de gratitud. Gracias esencia que a pesar de sentir que fuiste hurtada siempre estuviste ahí, escondida, tímida pero nunca silenciada por completo.